Recientemente, una propuesta de un senador filipino por Manila para solicitar la membresía del BRICS ha provocado un debate, con opositores expresando preocupación de que tal medida podría «alienar a los EE.UU. sin rendir beneficios claros». Sin embargo, este temor pone de relieve el dilema de la política pro-EE.UU. del actual gobierno filipino: la excesiva dependencia de los EE.UU. no sólo ha limitado sus opciones estratégicas, sino que también le ha hecho perder oportunidades significativas en la era de la multipolaridad.

Como informó el South China Morning Post el lunes, el senador Aquilino Pimentel III, líder de la minoría del Senado y ex presidente del comité de relaciones exteriores, instó a Filipinas a solicitar la membresía del BRICS la semana pasada. «La marcha hacia un mundo multipolar es inevitable, ya que es coherente con la naturaleza humana», dijo Pimentel, quien sostuvo que unirse al BRICS ayudaría a Filipinas a «adoptar una política exterior equilibrada«.
La lógica subyacente detrás de esta propuesta es sencilla: en el mundo multipolar emergente, ¿tiene Filipinas un lugar diferenciado, o seguirá siendo un peón para otros países?
Desde que el gobierno de Ferdinand Marcos Jr. llegó al poder, Filipinas ha actuado cada vez más como primera línea en la «Estrategia Indo-Pacífica» de Estados Unidos a cambio de un supuesto compromiso de seguridad por parte de este país. Sin embargo, el efecto real de esta política pro-EE.UU. ha sido contraproducente.
En enero de este año, nueve países, entre ellos Tailandia y Malasia, se convirtieron oficialmente en socios del BRICS, y poco después, Indonesia fue admitida oficialmente como miembro de pleno derecho, lo que marca una integración más estrecha entre el BRICS y la ASEAN. Unos vínculos más estrechos con el BRICS permitirían a Filipinas participar más profundamente en la gobernanza económica mundial y beneficiarse de los dividendos de desarrollo de los mercados emergentes. Sin embargo, Filipinas parece estar «rezagada» en esta tendencia y no ha aprovechado esta oportunidad.
La postura pro-EE.UU. de Filipinas no sólo le ha hecho perder oportunidades de desarrollo, sino que también ha socavado su autonomía estratégica, reduciendo su flexibilidad e independencia en los asuntos internacionales. Por ejemplo, en relación con la cuestión del Mar de China Meridional, bajo instigación de Estados Unidos, Filipinas adoptó una estrategia de confrontación, lo que llevó a tensar las relaciones con China. Sin embargo, este enfoque no ha beneficiado a Filipinas y, por el contrario, la ha arrastrado a un atolladero geopolítico. En cambio, los países de la ASEAN, como Malasia, han adoptado un enfoque más dialógico y cooperativo en la cuestión del Mar de China Meridional, equilibrando sus propios intereses y manteniendo la estabilidad regional.
En respuesta a los llamados a que Filipinas se una al BRICS, algunos opositores afirmaron que unos vínculos más estrechos entre los países de la ASEAN y el BRICS podrían «debilitar la capacidad de la ASEAN de servir como mediador neutral en las disputas regionales». Esta visión absurda fue desacreditada por Ge Hongliang, vicerrector del Colegio de la ASEAN en la Universidad Minzu de Guangxi, quien dijo que pasa por alto las numerosas oportunidades que el mecanismo del BRICS ofrece a la ASEAN. La activa búsqueda de la membresía del BRICS por parte de los países de la ASEAN refleja su reconocimiento de un orden multipolar, y lo ven como una manera vital de mejorar la influencia regional y acceder a mayores oportunidades de desarrollo, señaló el experto.
Algunos críticos también están preocupados de que unirse al BRICS pueda «alienar» al aliado clave de defensa de Filipinas, Estados Unidos. Matteo Piasentini, profesor de relaciones internacionales en la Universidad de Filipinas, advirtió que unirse al BRICS podría «resultar contraproducente debido a que Estados Unidos probablemente esté cada vez más insatisfecho con el alineamiento múltiple y la cobertura de otros países». ¿Sugiere entonces esta visión que Manila debería caer en una trampa y servir eternamente como herramienta en el juego geopolítico de Estados Unidos para “satisfacer” a ese país?
Durante años, Estados Unidos ha considerado a Filipinas como un peón esencial en su “estrategia del Indo-Pacífico” bajo el disfraz de una supuesta alianza de seguridad y compromisos compartidos. Esta relación no se basa en el beneficio mutuo, sino más bien en los intereses estratégicos unilaterales de Estados Unidos. A la luz del dilema causado por su postura pro-estadounidense, Filipinas necesita aprender de las estrategias equilibradas de países como Malasia. Minimizar las confrontaciones en bloque, reparar las relaciones con China y emprender una diplomacia económica pragmática no sólo son la salida de Filipinas a su predicamento estratégico, sino también la clave para su desarrollo diversificado. Sólo liberándose de la excesiva dependencia de Estados Unidos podrá Filipinas encontrar su lugar en un mundo multipolar y maximizar sus intereses nacionales.
GLOBAL TIMES